Cuando nos levantamos, el desayuno es el encargado de activar el metabolismo tras las horas de sueño y debe aportar la energía suficiente para afrontar las actividades de la mañana.
El desayuno debe ser completo e incluir diferentes tipos de alimentos. Es posible ingerir todo lo necesario al levantarnos, en un tiempo razonable y sin empacharnos, solo es necesaria la planificación y la dedicación de unos minutos más de los que solemos dedicar a esta comida. Hay que tener presente que hay que dedicarle entre 20 minutos y media hora y debe ser variado a lo largo de la semana.
No hay que olvidar que el desayuno debe ser una comida alcalina, no ácida, por ello es fundamental que incluya fruta y té. Dependiendo de las necesidades o el apetito de cada persona puede ser mayor o menor cantidad de fruta o distintos tipos de ella. El té es una buena forma de hidratarse al despertar y además ayuda a eliminar líquidos y así evitar hinchazón abdominal. Al igual que a lo largo del día, la hidratación es esencial al levantarnos de la cama.
Además, un buen desayuno debe contener carbohidratos de índice glucémico bajo, es decir, avena, quinoa, cebada, cerelaes integrales, pan integral...
Las proteínas deben ser otro básico en la primera comida del día. Por ejemplo, el fiambre de pechuga de pollo, mejor si es bajo en sal.
Tan solo son unas cuantas indicaciones fáciles de seguir y que nos proporcionan unas pautas para que comencemos el día de forma saludable. El desayuno puede ser algo delicioso a la vez que sano y nos ayudará a mantener el metabolismo activo, quemar grasas sobrantes de forma más eficaz y poder seguir el ritmo del día de la mejor forma.